top of page
Search

Cuando No Tienes Ganas de Sexo. Y Por Qué Está Bien

La falta de deseo sexual no es rara, ni alarmante, ni algo que debas “arreglar” inmediatamente. A veces simplemente no tienes ganas. Y eso está bien.

Puede ser por estrés, cansancio, dolor, trauma, una mala experiencia, el efecto de medicamentos o simplemente porque el sexo, tal como lo aprendiste, no se siente tuyo. Hay mya!” del que hablan las películas. Y eso tampoco significa que algo esté mal. Existen distintos tipos de deseo. El deseo espontáneo (ese que aparece de la nada) es solo una forma de experimentarlo. Muchas personas experimentan lo que se llama deseo responsivo, que aparece después de que el cuerpo empieza a sentirse bien, seguro o excitado.


Ambos tipos son válidos. Lo importante no es cómo comienza el deseo, sino si lo que vives es placentero. Como dice la sexóloga Emily Nagoski: “el placer es la medida”.


ree



Cuando hay dolor, enfermedad o ansiedad


El dolor físico, los efectos secundarios de medicamentos o enfermedades crónicas pueden cortar de raíz el deseo sexual. También lo puede hacer la ansiedad por “hacerlo bien”, por cómo luce tu cuerpo, o por cumplir expectativas que no se sienten tuyas.


Cuando el sexo se vive como una actuación y no como una experiencia compartida, el placer se vuelve inalcanzable. Aprender a identificar qué interrumpe tu deseo (lo que Nagoski llama “el freno”) y qué lo estimula (el “acelerador”) puede ayudarte a entender mejor tu sexualidad sin culpa ni frustración.




Y si simplemente no sientes deseo


También existe la posibilidad de que seas asexual. Ser asexual significa que no sientes atracción sexual hacia otros, o que la sientes de forma muy limitada. Esto no significa que no puedas tener sexo o disfrutarlo, sino que tu forma de vivir el deseo puede ser distinta. Y eso también es válido.




Entonces, ¿qué podés hacer?


  • Empieza por registrar lo que sí te gusta. Qué tipo de caricias, contextos, palabras o estímulos activan tu “acelerador”.

  • Identifica tus “frenos”: estrés, presión, dolor, miedo, creencias heredadas o expectativas ajenas.

  • Redefine qué es “sexo” para tí. Tal vez es un masaje, una conversación íntima, un momento de conexión emocional o un juego mutuo sin guión.

  • Si estás en pareja, éxplora nuevas formas de conexión que no involucren sexo penetrativo. A veces, un “no” al sexo no es un “no” al afecto.

  • Evita compararte. No todos sienten lo mismo ni al mismo ritmo. Y no, nadie te debe sexo, ni tu a nadie.


No tener ganas de sexo no te hace menos válido, menos atractivo, ni menos humano. Es una experiencia común, normal y muchas veces lógica frente al contexto que vivimos. El deseo cambia, evoluciona y a veces se toma vacaciones. Y está bien.


La clave está en conocerte, darte espacio para descubrir qué quieres realmente, y construir una sexualidad que te haga sentir bien, en tus términos.il razones válidas para no querer sexo, y cada una merece ser escuchada sin vergüenza ni juicio. Aquí te explico algunas de las causas más comunes y por qué tu deseo (o la falta de él) no tiene que encajar en una casilla médica o cultural para ser legítimo.




El problema de medicalizar el deseo


¿Te suenan diagnósticos como “trastorno del deseo sexual hipoactivo”? Existen, están en manuales de salud mental y, aunque pueden ofrecer reconocimiento y abrir puertas al tratamiento, también tienden a etiquetar como “disfunción” lo que muchas veces es una respuesta normal a situaciones complejas.


Imagina que te dicen que “no estar con ganas” es un problema clínico. Que de pronto tienes que cargar con una etiqueta porque estás estresada, enfermo o con una relación que no te da paz. Estos diagnósticos a menudo ignoran el contexto: relaciones difíciles, expectativas de género, presiones sociales o desigualdades estructurales que influyen directamente en el deseo.




Contexto importa (y mucho)


No querer tener sexo puede estar relacionado con lo que pasa en tu vida fuera del dormitorio. ¿Estás agotado por el trabajo? ¿Estás preocupado por el dinero? ¿Sufriste dolor físico o emocional durante el sexo antes? ¿Has sido presionado, juzgado o ignorado en tus deseos?


Factores como racismo, gordofobia, discapacidad, discriminación o trauma reducen tu capacidad de relajarte, y sin eso, es difícil que surja el deseo. En muchos casos, no es que no te interese el sexo en general. Es que no estás en un lugar seguro o tranquilo como para poder desear.



El sexo no es solo penetración


Parte del problema viene de cómo definimos el sexo. Si para ti “sexo” solo significa penetración, es probable que muchas experiencias placenteras queden fuera de esa idea. Hay quienes no disfrutan ese tipo de encuentro, o no pueden tenerlo, o simplemente prefieren otras formas de intimidad.


Este enfoque centrado en el coito excluye a muchas personas: personas con discapacidad, personas mayores, cuerpos no normativos, personas queer, trans, asexuales o simplemente quienes no encajan en la narrativa tradicional. Cambiar la definición de sexo para incluir cualquier experiencia que te haga sentir bien es una forma poderosa de reconectar con el placer.



 
 
 

Comments


bottom of page