Repensar el Consentimiento: Más Allá del “Sí” o “No”
- efestomail
- Jun 29
- 3 min read
Hablar de consentimiento en nuestras vidas íntimas no es solo una cuestión de ética sexual, sino también una puerta de entrada hacia una comprensión más profunda de nuestras relaciones, nuestras decisiones y nuestra relación con el mundo que nos rodea..
Muchas personas, en situaciones íntimas, tienden a “dejarse llevar” por la incomodidad en lugar de establecer límites claros. Esta dinámica revela un problema de fondo en nuestra comprensión del consentimiento. No se trata simplemente de aceptar o rechazar un contacto físico, sino de recuperar el derecho a decidir con libertad en cada situación, reconociendo nuestras sensaciones, deseos y límites personales.

La rueda del consentimiento: una herramienta para reconectar con uno mismo
La Dra. Betty Martin propuso hace años una herramienta muy interesante: la Rueda del Consentimiento. Este marco conceptual sugiere que muchas personas han sido condicionadas desde la infancia a ignorar su incomodidad, creyendo que complacer a los demás es una virtud. Esta creencia —aparentemente inofensiva— mina nuestra autonomía y perpetúa dinámicas de poder que favorecen la injusticia.
La Dra. Martin rastreó el origen de esta desconexión hasta la niñez, cuando muchos aprendimos que ser “buenos” significaba priorizar las necesidades de otros por encima de nuestros propios sentimientos. Como adultos, este patrón sigue operando silenciosamente: aceptamos situaciones que nos resultan incómodas o directamente perjudiciales, perdiendo así nuestro sentido interno de orientación y nuestras capacidades de agencia.
Esta pérdida de conexión no solo afecta nuestras relaciones personales. También tiene consecuencias sistémicas. La incapacidad de poner límites o de expresar lo que verdaderamente deseamos puede generar dinámicas de desigualdad, abuso.
Consentimiento y cultura
Nuestras narrativas culturales condicionan profundamente nuestra relación con el cuerpo, el deseo y la capacidad de otorgar o negar consentimiento. Desde esta perspectiva, se quiere proponer una descolonización de la sexualidad, lo cual implica desafiar normas opresivas que dictan cómo deberíamos relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.
Este enfoque tiene un enorme valor para el trabajo terapéutico. Nos recuerda que el consentimiento no puede analizarse de forma aislada, sino que debe contextualizarse en marcos culturales, históricos y sociales que influyen en cómo las personas viven su sexualidad. Comprender esto es esencial para ofrecer un acompañamiento verdaderamente inclusivo y sensible.
Consentimiento como práctica: integridad, responsabilidad y poder personal
Una de las ideas más poderosas es que el consentimiento no se limita al ámbito del contacto físico. Es una práctica cotidiana basada en la integridad, la responsabilidad y el empoderamiento. Requiere que nos escuchemos, que respetemos nuestras emociones y que actuemos de acuerdo con nuestras necesidades reales. Esto implica una transformación no solo en lo sexual, sino en todos los aspectos de nuestras relaciones humanas.
Los terapeutas comprueban a menudo el impacto positivo de trabajar el consentimiento desde esta perspectiva. Cuando las personas recuperan su voz, su derecho a decidir y a expresar lo que realmente desean (o no desean), se fortalece su autoestima, mejoran sus relaciones y disminuye la ansiedad asociada a lo íntimo. Aplicar las metodología de la rueda del consentimiento permite a los pacientes explorar su sexualidad en un entorno seguro, sin juicios y con mayor claridad sobre sus límites y deseos.
Una invitación a reconectar contigo
Revisar lo que entendemos por consentimiento no solo transforma nuestras relaciones. También puede ayudarnos a construir una sociedad más justa, en la que el respeto, la libertad y la empatía ocupen un lugar central.
Si sentís que es momento de reconectar con tus límites, explorar tus deseos sin culpa y fortalecer tu capacidad de comunicarte desde un lugar auténtico, te invitamos a dar el primer paso, y trabajar junto con un terapeuta para construir un espacio seguro en el que tu voz tenga lugar, tu cuerpo sea escuchado y tus decisiones sean respetadas.
Porque el consentimiento no es solo un acuerdo. Es un derecho, una práctica y, sobre todo, una forma de honrarte a ti mismo.
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