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¿Cómo cumplo mis deseos si no sé lo que quiero?

Updated: Apr 26

¿De dónde viene la idea de que debemos ser expertos en sexo, saber exactamente qué queremos antes de haberlo intentado y comunicarlo con seguridad? Esta expectativa no es tan distinta de otra creencia igual de irreal: que deberíamos ser capaces de leer la mente de nuestra pareja, anticipar sus deseos y cumplirlos sin que los expresen.



Aunque racionalmente sabemos que eso es imposible, muchos seguimos atrapados en la idea de que tendríamos que tener claridad absoluta sobre nuestros deseos, necesidades y preferencias sexuales desde el principio, incluso antes de nuestra primera experiencia. Pero ¿podrías mirar un plato de comida y saber si te gustará si nunca has probado sus ingredientes? Lo más probable es que no. Lo mismo ocurre con el placer sexual.


Esta presión no es infrecuente. Muchas personas con las que trabajamos arrastran esta idea, junto con la vergüenza que genera. Se manifiesta como falta de confianza, miedo a explorar, apego a un guion sexual rígido (preliminares, penetración, orgasmo), ansiedad anticipatoria o incluso evitación total del sexo. Sentirse obligado a saberlo todo puede llevar a desconexión corporal, ansiedad por el rendimiento, dolor sexual, dificultades con la excitación o la erección. Cuando la mente está atrapada en la exigencia de “hacerlo bien”, es fácil salir del momento presente y caer en espirales de vergüenza.


¿Cómo empezar a descubrir lo que deseas?



Explora con curiosidad: Tienes permiso para explorar tu cuerpo, tu placer y tu sexualidad, solo o con otras personas. Descubrir lo que te gusta toma tiempo, repetición y prueba y error. Si no puedes acceder a tus deseos, tal vez sea porque aún no tienes suficiente experiencia o porque tu sistema de excitación está desactivado. Muchas personas no saben qué les gusta hasta que lo experimentan varias veces y reflexionan si lo desean de verdad, no solo porque “deberían”.


Comunícate con todos tus sentidos: La comunicación durante el sexo no es solo verbal. Puedes usar tu voz para decir “sí”, “más despacio” o “no”, o introducir un sistema como el semáforo (verde = continuar, amarillo = ir más despacio, rojo = parar). También puedes usar las manos para guiar caricias o mostrar límites. Observa el cuerpo de tu pareja: cambios sutiles pueden ser señales de placer, incomodidad o desconexión. Todo esto también es comunicación.


Escucha a tu cuerpo: El cuerpo habla a través de sensaciones: tensión, cosquilleo, calor, relajación. No usa palabras, pero sí mensajes físicos. Estar presente en el cuerpo te permite reconocer lo que se siente bien y cuándo algo necesita ajustarse. Para quienes han atravesado dolor o trauma, este paso puede ser difícil. En esos casos, empieza por explorar partes neutrales del cuerpo o técnicas de conexión con el presente (como sentir el hielo o escuchar sonidos del entorno).


Mide con el placer, no con el desempeño: Después de probar algo nuevo, hazte preguntas como: ¿Qué me gustó de esto? ¿Cómo me sentí? ¿Lo repetiría? ¿Qué ajustaría? ¿Cuánta energía me tomó? Esto te ayuda a discernir lo que vale la pena repetir y lo que no.


Detecta los “debería”: Tal vez descubras que lo que deseas no coincide con lo que te enseñaron que “deberías” querer. Separar los deseos reales de las expectativas sociales es un proceso importante. Pregúntate: ¿esto lo quiero yo o lo quiero porque me dijeron que es lo normal?


Tienes derecho a cambiar de opinión: Sugerir algo no significa que tengas que seguir hasta el final. Puedes cambiar de idea en cualquier momento. Lo mismo aplica para tu pareja. Saber que puedes pausar o ajustar sin culpa crea un entorno más seguro para explorar.


Investiga: Si nunca te han animado a explorar, es lógico no saber por dónde empezar. Lee, mira contenido erótico que represente cuerpos como el tuyo, habla con personas de confianza, toma nota de lo que te despierta interés o curiosidad.


Haz un plan: Antes de tener sexo con otra persona, hablen de expectativas, límites, palabras seguras o señales no verbales. Esto no solo genera seguridad, también puede aumentar la conexión y la anticipación. Estas conversaciones pueden volverse parte del juego previo.


Date permiso para no saber: No tienes que tener todas las respuestas. Descubrir tus deseos lleva tiempo y práctica. Hemos aprendido que el sexo debe ser claro, directo, sin errores ni dudas, y que pedir mucho es “demasiado”. Pero eso no es cierto. El sexo es un espacio para descubrir, no una prueba que hay que pasar. Tus deseos pueden cambiar con el tiempo, y eso está bien. No saber también es parte del camino.

 
 
 

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